febrero 2013
«El que venga a mi, no tendrá hambre, y el que crea en mi no tendrá nunca sed.» (Jn 6,35)

22.2.13

Dos simples preguntas de Jesús desencadenan uno de los diálogos más verdaderos que podríamos ver.

¿Quién dice la gente que soy yo? y vosotros ¿quién decís que soy yo? Los discípulos entran a saco y Pedro da en la clave.



Pero quizá hubiese sido más productivo haberle respondido a Jesús con otra pregunta: Señor y tú ¿qué quieres de mi? porque sabes que te puedo dar muchas respuestas y desde muchas posiciones. Desde la comodidad y la seguridad de una poltrona, agazapado detrás de unos muros que me protegen. Desde el desierto que nos desinstala, que nos desposee de todo, en el que sentimos que sólo Dios, SÓLO ÉL, es nuestra fuerza. Desde la dificultad que muchos viven hoy: económica, social, en el trabajo, en las familias, en la iglesia, en las comunidades… donde algunas veces nuestro discurso suena a palabrería barata.

Me sale decirte Señor que tú sabes mejor que yo quién eres para mí.

Pero yo necesito saber quién soy para ti, qué quieres de mi vida, cuál va a ser mi proyecto, dónde seré de verdad feliz…

Y entre los interrogantes surge la ADMIRACIÓN por tu respuesta: SÓLO EN MI. Sólo en ti Señor voy a encontrar el camino; voy a ser feliz; voy a sentir tu fuerza; voy a dar sentido a mi sin sentido; voy a romper con todo lo que me ata y no me acerca a los hermanos, con mis comodidades, con mis miedos y mis rencores. Sólo en ti voy a darte la respuesta correcta, porque…

¡TÚ ERES LA RESPUESTA!

18.2.13

Con un gesto tan sencillo como es el ponerse un poco de ceniza en nuestra cabeza, hemos comenzado el tiempo de Cuaresma. Tal vez te preguntes ¿qué es la cuaresma y cómo la puedo vivir? Pues bien, la cuaresma es un tiempo que no es otra cosa sino “un tiempo de peregrinación hacia nuestro interior”. Un tiempo para hacer realidad un objetivo que encontramos dentro de nuestro corazón de una forma u otra: VIVIR CONECTADOS, conectándonos con Dios desde nuestro interior.

Santa Teresa de Jesús nos dice a cada uno de nosotros que somos como un castillo, y que dentro de ese castillo hay muchas habitaciones, unas grandes, otras más pequeñas, pero que en el centro podemos encontrar la habitación más importante, que no es otra sino el interior de la persona, nuestro interior, nuestro centro. Ese lugar donde se gesta todo lo bueno que sale de nosotros y que nos hace brillar con luz propia.

Y ¿cómo podemos entrar dentro de nuestro castillo? ¿Cómo podemos acceder a esa habitación tan importante para conectarnos con Dios? La respuesta nos la ofrece la propia Santa Teresa de Jesús: la puerta para entrar en el castillo es la ORACIÓN. Ante la falta de silencio interior, de confianza, la oración nos ayuda a profundizar en nuestra amistad con Cristo para conocerle más y amarle más. Para ponernos en camino con Él y hacia Él.

Por eso, el tiempo de CUARESMA es también un camino, un continuo deseo de transformación, de cambio, un anhelo de parecernos un poco más a Cristo. Por eso es necesario que cambiemos una serie de actitudes que nos impiden alcanzar ese fin. Y Teresa de Jesús nos ofrece tres soluciones:

Si creemos que somos los mejores y que todo lo hacemos bien. Si vemos que en nuestra vida hay arrogancia, egoísmo, ira, soberbia; la HUMILDAD que es la mejor forma para caminar por la vida.

Si estamos cansados de ver tanta gente desamparada o sola. De ver nuestro corazón roto por el egoísmo, la envidia, la intolerancia o la maldad; el AMOR y la CARIDAD que dan valor a todas las cosas que hacemos.

Y si no podemos caminar por el peso de tantas torpezas como podemos tener en el corazón y que son como cadenas; el DESASIMIENTO O LIBERTAD que nos hace tener un corazón abierto y generoso para acoger a Dios y a nuestros semejantes.

¡Feliz CAMINO HACIA LA PASCUA!

Fr. David Alarcón. OCD

Anfora y Corazón

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